El Arrebato

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[OPINIÓN] Valparaíso: “De nuevo fueron los pobres. Los nadie”

“Malparaíso, sede universal del surrealismo, maloliendo en la orilla del Pacífico nada pacífico, acosado por la gentrificación y la mano larga de las mafias arquitectónicas amiguitas de este, de este otro y del de más allá, devorado por la fantasía habitacional del loft -segunda vivienda, asolado por el hotel boutique forrado en lata pituca, consumido por el turisteo de fin de semana largo haciendo fila para subir por el ascensor al café de moda”. 

Por: Natacha Gómez Barahona

INCENDIO EN VALPARAISO

De nuevo fueron los pobres. Los nadie. De nuevo la pobreza alimentando los titulares y las rotativas de prensa, de nuevo la pobreza para la desolación televisada de las autoridades: lo sentimos mucho, una tragedia que pudo evitarse, tomaremos medidas.

Malparaíso al borde de la quebrada, columpiándose del precipicio, colgando de las sucesivas malas administraciones, de la pésima política, aullando de nuevo con su eterna vocación de grandilocuente catástrofe.

Malparaíso, sede universal del surrealismo, maloliendo en la orilla del Pacífico nada pacífico, acosado por la gentrificación y la mano larga de las mafias arquitectónicas amiguitas de este, de este otro y del de más allá, devorado por la fantasía habitacional del loft -segunda vivienda, asolado por el hotel boutique forrado en lata pituca, consumido por el turisteo de fin de semana largo haciendo fila para subir por el ascensor al café de moda.

Malparaíso y su tajo profundo: Camino Cintura para arriba y Camino Cintura para abajo, escarapela de luto para este imperio marítimo, terremoteado, saqueado por la piratería, inundado y vuelto a terremotear, comido por el fuego, derrumbado por el temporal: montaña rusa perpetua agarrándose de la buena suerte para no caer de la quebrada.

Malparaíso, circo pobre y parchado, postal patrimonial de la pobreza y del laterío, capital cultural de la tragedia, medalla de oro del llanterío nacional, cumbre de la mala cueva y de la buena vista.

De nuevo fueron los pobres: a metros del casco histórico y a años luz del Comité Ejecutivo de la Unesco, de nuevo los pobres, tapados por la argamasa y el adobe centenario para la foto bonita de la Lonely Planet, de nuevo los pobres, calamina tiritando al viento sur esperando la próxima desgracia.

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